Reflexión sobre las causas y consecuencias de la segunda guerra mundial. Cuando finalizó la Segunda Guerra Mundial en 1945, la mayor parte de Europa se encontraba en ruinas. Ciudades alemanas como Dresden y Hamburgo habían sido prácticamente cremadas por constantes bombardeos aliados. Varsovia prácticamente había sido convertida en un descampado por los alemanes. La política de quema de tierras de los nazis tanto como la de los soviéticos dejó a gran parte de la Rusia europea, los estados ucranianos y bálticos casi absolutamente destruidos. Los campos de concentración nazis habían consumido no sólo las vidas de seis millones de judíos, también un número equivalente de polacos, gitanos y otros "indeseables". Dos ciudades japonesas -Hiroshima y Nagasaki- quedaron incineradas por explosiones atómicas. Los ocho años de guerra y la ocupación japonesa de China provocó la hégira de millones de chinos que buscaron refugio en las regiones salvajes y hostiles de China occidental; y decenas de miles murieron intentando escapar. Cincuenta millones de vidas se perdieron en la guerra. Las palabras del historiador inglés Robert Mckenzie, al describir a Europa al comienzo del siglo XIX durante las Guerras Napoleónicas, son aún más aptas para expresar lo sucedido en la Segunda Guerra Mundial: "Los intereses de la paz se marchitaron en la tormenta; las energías de todas la naciones, los frutos de todas las industrias se pusieron al servicio de la destrucción. Desde el Norte más lejano hasta las costas del Mediterráneo, desde los confines de Asia hasta el Atlántico, los hombres luchaban por quemar la ciudad del otro, ultrajar las tierras del otro, destruir las vidas de los otros. En algunas tierras se escucho el grito de la victoria, en otras el lamento de la derrota. En todas las tierras derroche de la guerra había producido una amarga pobreza; en cada casa había pena y miedo." ¿Por qué? ¿Por qué causa, con qué propósito, los hombres liberaron sus fuerzas de destrucción en esta hoguera de locuras? Las respuestas son simples: colectivismo y nacionalismo; visiones utópicas y fanatismo ideológico; y la búsqueda de poder. El mundo liberal clásico de los derechos individuales, propiedad privada y libertad civil había muerto en la Primera Guerra Mundial. Cada una de las queridas y sufridamente ganadas libertades del siglo XIX fueron sacrificadas en el altar de obtener la victoria en esa guerra. Y cuando terminó la guerra, la libertad, tal como resultó ser, fue la víctima final. Detrás de los slogans de guerra de "hacer que el mundo sea más seguro para la democracia", "el derecho a la autodeterminación nacional," y "una liga de naciones para asegurar la paz mundial", los estados nacionales habían aumentado su poder. Los controles de guerra habían reemplazado a la libre empresa; los controles de intercambio y las regulaciones de importación-exportación habían reemplazado al libre comercio; los impuestos confiscatorios y la inflación había minado la santidad de la propiedad y se había comido la riqueza acumulada de millones. El individuo y su libertad se habían hundido...y el estado y su poder ahora eran gigantescos. Y los demonios fueron liberados en el mundo. Antes de que la guerra llegara a su fin, Rusia fue abatida por la revolución. Cansados y hambrientos, los rusos querían la paz. El Zar abdicó en febrero de 1917. Pero el gobierno provisional de fuerzas políticas de centro-izquierda que reemplazó a la monarquía insistió en continuar la guerra junto a los Aliados contra Alemania. Esto dio a los bolcheviques bajo Lenin la oportunidad de llegar a las masas con el slogan "paz, pan y tierra." En noviembre de 1917, mediante un golpe, los bolcheviques tomaron el poder. Cuando el resultado de las elecciones libres le permitió a los bolcheviques quedarse con sólo un pequeño número de asientos en el nuevo Parlamento, Lenin lo cerró luego de sesionar por sólo un día. Lenin y los bolcheviques tenían la intención de llevar a la gente al socialismo, a pesar de los deseos de la gente. Luego, el camino marxista hacia el paraíso futuro fue profundizado bajo Stalin con la colectivización forzosa de las tierras, planificación central, purgas masivas contra todos "los enemigos de la gente", y el Gulag. En Italia, los disturbios sociales, la agitación comunista y la desilusión con la guerra crearon las condiciones para la aparición de Mussolini y su movimiento fascista. La "marcha sobre Roma" en 1922 puso a los fascistas en el poder. En pocos años, implementaban su versión de la utopía colectivista del futuro: corporativismo. Toda la industria y el comercio estaban subordinados a los intereses de la nación. El estado era supremo - y el individuo era el medio para sus fines. Para expresar este concepto, Mussolini acuñó el término "totalitarismo". En la década de 1920, un gobierno democrático débil en Alemania sirvió de contexto para la aparición de movimientos políticos radicales. Hitler y los nazis insistían en que Alemania había sido víctima de los poderes aliados, que habían etiquetado a Alemania como el único agresor en la Primera Guerra Mundial. Y Alemania era ahora cargada por pagos opresivos de reparaciones causados por la "traición" a los alemanes por los social-demócratas. Con el desempleo en aumento y la crisis económica que seguía el comienzo de la Gran Depresión en 1929, los nazis se hicieron del poder en 1933. Prometieron traer la recuperación económica, purgar a Alemania del "elemento judío", y el reestablecimiento de Alemania en su verdadero lugar en el mundo. Hacia 1936, los nazis habían implementado su propia versión de una economía corporativista planificada. Además, a través de la educación estatal y de un gran aparato de propaganda, instituyeron su ideología racista y de ampliación territorial. Pero la marea de la ideología colectivista no se limitó a la Unión Soviética, Italia, y Alemania. Excepto Checoslovaquia, todos los países de Europa Central y Oriental estaban controlados por regímenes autoritarios - caracterizados por economías reguladas y la negación de las libertades civiles. Y en Europa Occidental, el transcurso político de los hechos no era muy diferente. Tanto el partido conservador como el laborista en Gran Bretaña se dedicaban a un estado intervencionista benefactor. Después de 1931, Gran Bretaña quedó fuera del patrón oro, el libre mercado fue reemplazado por el proteccionismo, y se utilizaron los proyectos de obras públicas para combatir contra el desempleo. Y en Francia, los gobiernos de centro-izquierda siguieron políticas similares. En Asia, China era gobernada por el partido nacionalista (Kuomintang) bajo Chiang Kai-Shek, quien intentaba introducir una "modernización" a través de una economía de estado intervencionista y un fascismo planificado. Al mismo tiempo, grandes regiones del país eran controladas por altos rangos del ejército locales o por las fuerzas comunistas de Mao Tse-tung. Y Japón, con su propio estilo de fascismo en el orden económico, intentaba establecer su propio imperio en Manchuria y el resto de China. En los Estados Unidos, el colectivismo también resultaba triunfante. En la década de 1920, los administradores republicanos, a pesar de la retórica de la libre empresa, establecieron varios negocios mixtos con el gobierno en nombre de la "racionalización" económica. La política de banco central de la Reserva Federal pasó a administrar la economía mediante la manipulación monetaria. Y cuando se dieron los frutos de la planificación monetaria mediante un banco central en el "gran crack" de octubre de 1929, la administración de Hoover respondió con aún mayor intervención estatal y gasto gubernamental. El resultado fue la Gran Depresión. Con la llegada del New Deal en 1933, luego de la elección de Franklin D. Roosevelt, Estados Unidos fue víctima de su propio estilo de fascismo económico, con el gobierno imponiendo controles extensivos y regulaciones sobre casi todos aspecto de la vida económica. La experiencia del New Deal incluso llevó a Mussolini a decir que admiraba mucho a Franklin Roosevelt porque, con estas políticas, Roosevelt había mostrado que él también era una "social-fascista". Hacia mediados de la década de 1930, el colectivismo triunfaba. Casi ni una pequeña fracción del mundo estaba libre de los controles gubernamentales orientados a una economía planificada - orientados a una expansión del poder del estado. Y las condiciones ahora estaban dadas para el conflicto y la guerra. La politización de la vida económica y social significaba que toda disputa - todo desacuerdo en el campo mundial - ahora eran cuestiones de interés nacional y de victoria o derrota ideológica. Todos los estados nacionales se convirtieron en fortalezas económicas, rodeadas por barreras comerciales y armas económicas de esa índole. Y junto con las armas económicas de la rivalidad nacionalista estaba el crecimiento de una vasta carrera de armamentos. Los medios políticos utilizados por todos estos estados nacionales eran similares. Lo que los diferenciaba eran los fines para los cuales estos medios eran utilizados. Para los soviéticos, el objetivo era la revolución marxista y el comunismo. Para los fascistas, era el poder nacional y el imperialismo. Para los nazis, era la supremacía racial y "espacio vivible" para los alemanes. Para los ingleses y los franceses, era el mantenimiento de sus imperios coloniales y la dominación económica del comercio mundial. Para Japón, era un imperio económico en China y la dominación política de Asia Oriental. Para los Estados Unidos, era la consolidación de los "logros" del New Deal a nivel local y, hacia fines de la década de 1930, la diseminación de la ideología del New Deal en el resto del mundo. Los eventos de la década del 30 - eventos que llevaron al mundo a una guerra total - fueron los resultados naturales de la aparición de un estado totalmente colectivista. Con la muerte del liberalismo clásico - y su filosofía de gobierno limitado y libertad individual - los demonios de la idolatría estatal abarcaron a todo el globo. Los colectivismos en competencia estaban inevitablemente signados a chocarse en la lucha por la supremacía ideológica. Y los choques de estos estatismos competidores formaron el contexto para el comienzo de la Segunda Guerra Mundial. La Segunda Guerra Mundial no fue una guerra entre la libertad y la tiranía. En realidad fue un conflicto entre sistemas alternativos de colectivismo. Hacia la década del 30, no había ni un país grande que fuera devoto y practicante de los principios del liberalismo clásico - la filosofía política de la libertad individual, capitalismo de libre mercado y libertad de comercio. Más allá de las variantes particulares de la cuestión colectivista, prácticamente todos los gobiernos del mundo tenían o estaban implementando algún tipo de planeamiento económico y restringiendo las libertades personales y comerciales de su ciudadanía. En la Unión Soviética, el estado era dueño y controlaba todos los recursos y medios de producción de la sociedad. La producción y la distribución estaban directamente controladas por las agencias de planeamiento central en Moscú. En la Italia fascista y la Alemania nazi, la propiedad y los recursos continuaban en forma nominal en manos privadas, pero el uso y la disposición de esa propiedad y esos recursos estaban controlados y dirigidos según las indicaciones del estado. En Gran Bretaña, el libre comercio y el patrón oro habían sido abandonados a principios de la década del 1930, durante la Gran Depresión. El proteccionismo, el intervencionismo, el estado benefactor y la manipulación monetaria eran las herramientas políticas activas del gobierno británico. A lo largo de Europa y el resto del mundo, los diferentes estados nacionales habían erigido barreras tarifarias, regulaban la industria y la agricultura, limitaban la libre circulación de su gente y restringían las libertades civiles. Los Estados Unidos siguieron el mismo curso. El New Deal de Franklin Roosevelt era un intento conciente y activo de imponer un tipo fascista de orden económico en Estados Unidos. E incluso mucho después de que el New Deal había sido declarado inconstitucional en 1935, la administración de Roosevelt continuó en el camino colectivista con la regulación de la economía, gastos deficitarios, obras públicas, estado benefactor, y planificación monetaria centralizada a través del sistema de Reserva Federal. En realidad, más allá de la Unión Soviética, los colectivismos que competían eran meramente formas diferentes de fascismo económico y político. Los denominadores comunes de todos ellos eran el nacionalismo económico, el control gubernamental de la economía, y el absolutismo político. Y esto también aplicado a los Estados Unidos. Tal como lo expresó John T. Flynn en forma concisa en su libro As We Go Marching en 1944, la única diferencia es si uno piensa que estas políticas son "del fascismo malo" o "del fascismo bueno" con la diferencia estando determinada por si era otro gobierno el que las llevaba adelante o el de uno. Los regímenes totalitarios en Alemania y en Italia meramente habían llevado la premisa colectivista hasta su conclusión lógica. Fue por esta razón que Friedrich A. Hayek en 1944 tituló su libro Camino de servidumbre, un libro en el que demostraba que el camino que estaban siguiendo Inglaterra y los Estados Unidos era el mismo que seguía Alemania. La única diferencia, observó Hayek, era que la Alemania nazi estaba mucho más adelantada en el camino. El nacionalismo económico requiere que cada estado nacional tenga un territorio lo suficientemente grande para asegurarse la autosuficiencia económica. Las direcciones de Hitler por "un lugar vivible" para los alemanes personificaba esta doctrina. En lugar del concepto marxista de sociedad dividida en "clases sociales", Hitler dividía al mundo en "grupos raciales", en los cuales los alemanes eran clasificados por él como una grupo de raza superior. El nacionalismo también significa que el individuo no posee ni significancia ni valor más allá de su rol asignado al servicio del estado, con el estado como el agente político del poder y el destino colectivos. ¿Y cuáles eran los motivos de los británicos para resistir la intención de conquista nazi? Refiriéndose al ataque sobre Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941, Winston Churchill se regocijó: "Ningún estadounidense pensará mal de mí si proclamo que tener a Estados unidos de nuestro lado es el mayor de los placeres...Inglaterra vivirá; Gran Bretaña vivirá; el Reino Unido de Naciones y el Imperio vivirán." No se hace ninguna referencia aquí a la libertad o a la propiedad, a la santidad del individuo y a la limitación del gobierno. La preservación de "la nación" y "del imperio" era lo que le importaba. En realidad, la filosofía política de Churchill se reflejaba a comienzos de la década de 1930, cuando declaró que si Gran Bretaña alguna vez se encontraba en la posición en que se encontraban Italia y Alemania luego de la Primera Guerra Mundial, él sólo esperaba que Gran Bretaña encontrara a su Mussolini o Hitler para que la guíe. Y el desprecio de Churchill por los derechos de otras personas y otras naciones quedó demostrado por su defensa de la invasión británica a una Noruega neutral a comienzos de la primavera de 1940. Por supuesto, Hitler se le adelantó a Inglaterra por una semana. Pero sólo entonces la invasión de un país neutral se hizo un acto moralmente despreciable a los ojos de Churchill. Su desprecio hacia la libertad de las otras personas también se reflejó durante una conferencia de guerra con Stalin en Moscú, en la cual ofrecía dividir el área de los balcanes de la Europa de sudeste entre Inglaterra y la Unión Soviética. Incluso llegó a armar una tabla de porcentajes de grados de influencia que tendrían Gran Bretaña y la URSS sobre cada uno de los países para ocupar tierras. Y la Segunda Guerra Mundial fue un regalo divino para Franklin Roosevelt. Habiéndose establecido para darle a Estados Unidos el "New Deal", el desempleo seguía alrededor del 15 por ciento entre 1937 y 1938. Y comenzaba a aparecer la desilusión entre los estadounidenses a medida que los niveles de gasto gubernamental y los déficit presupuestarios continuaban creciendo más y más. Pero Roosevelt ahora tenía otra oportunidad: le daría al mundo un "New Deal". Puso la manta de liderazgo de Woodrow Wilson para hacer que el mundo sea más seguro para las democracias. Y se rodeó de consejeros que veían que la salvación del mundo estaba en el estado benefactor y el planeamiento gubernamental. El problema, sin embargo, era que la mayoría de los estadounidenses no querían ser ni los policías del mundo ni su ingeniero social global. Pero Roosevelt estaba convencido de lo que era bueno para Estados Unidos y sus ciudadanos. Entonces, se dispuso a meter a Estados Unidos en la guerra. La evidencia de esto es tan fuerte que tanto los historiadores en pro y en contra de Roosevelt admiten el hecho de que violó los límites constitucionales y rompió las leyes de neutralidad aprobadas por el Congreso para crear las condiciones que inevitablemente llevarían a Estados Unidos a ingresar en la Segunda Guerra Mundial. La única disputa ahora es de interpretación: ¿era o no algo bueno? Y todo el tiempo, Stalin estuvo sentado sobre las alas. Al firmar un pacto de no agresión con Hitler - un pacto que dividía a Europa Oriental entre Alemania y la Unión Soviética - hizo posible el ataque de Hitler a Polonia en 1939. Incluso después de la invasión alemana en la Unión Soviética - cuando la Unión Soviética era entonces aliada de Gran Bretaña y Estados Unidos - Stalin sondeaba para lograr una paz separada con Hitler. Y en conferencias de guerra en Teherán y Yalta con Roosevelt y Churchill, Stalin dejó en claro que en el mundo brillante y mejor del final de la guerra, la Unión Soviética tendría la dominación asegurada del continente europeo. En realidad, en la Conferencia de Teherán en 1943, Roosevelt incluso sugirió que luego de la guerra, los gobiernos de Europa Oriental deberían ser "amistosos" con la Unión Soviética. Incluso se pidió a Stalin que no se haga esto público - 1944 era una año de elecciones y Roosevelt no quería perder el voto polaco. El carnicero marxista que había matado a decenas de millones de personas en la Unión Soviética ahora se le daba una mano libre en mitad de Europa. ¿Qué quería Roosevelt a cambio? Que Stalin accediera a que la Unión Soviética se una a las Naciones Unidas y ¡que trabaje con los Estados Unidos por la paz mundial! En esta maraña de "aliados" y "enemigos", el defensor de la libertad no podía encontrar a ningún campeón. Los "malos fascistas" estaban ocupados trabajando en sus campos de la muerte en Polonia y Alemania. Los "buenos fascistas" estaban ocupados bombardeando objetivos civiles en toda Alemania y lanzando destrucción masiva sobre los japoneses. Y los "bien intencionados" comunistas en la Unión Soviética estaban ocupados trazando su estrategia para subyugar a Europa Oriental y grandes regiones de Asia, como los próximos pasos hacia la victoria marxista mundial. Por segunda vez en el siglo XX, el mundo fue inmerso en un conflicto global. Y por segunda vez, rodeados por la destrucción masiva y por millones de cuerpos, los sobrevivientes creyeron que ahora sí iba a emerger un mundo mejor como un fénix de las cenizas. Sus esperanzas iban a quedar destruidas casi inmediatamente. La Guerra Fría estaba por empezar. Y la libertad iba a ser nuevamente sacrificada en el altar del estado. En 1945, el totalitarismo nazi fue destruido por la capacidad militar de los aliados de guerra. Pero unos pocos meses después de la victoria, nuestro camarada de armas, "el tío Joe" Stalin (Tal como lo llamaba afectuosamente el presidente Franklin Roosevelt), dejaba en claro que el período de post guerra no sería una era de paz mundial y armonía internacional. A meses de la rendición alemana, Stalin estaba ajustando su alcance sobre los países de Europa Oriental que habían sido "liberados" por el Ejército Rojo. No habría elecciones libres, ni pluralismo democrático, ni economías de mercado en las naciones que ahora estaban en la órbita de Moscú. Hacia 1948, con el golpe comunista en Checoslovaquia, todos y cada uno de los países de Europa Oriental se habían transformado en una "República Popular" socialista. Ahora sabemos que esta fue la intención de Stalin desde el comienzo, a pesar de las promesas que dio al presidente Roosevelt en la Conferencia de Yalta en febrero de 1945. A principios de abril de 1945, menos de dos meses después de la firma de los acuerdos de Yalta, una delegación comunista yugoslava liderada por Tito se encontraba en Moscú. En un banquete nocturno en su honor, Stalin especuló sobre la era de post guerra. En su libro, Conversaciones con Stalin, Milovan Djilas cuenta que Stalin en un momento explicó, "esta guerra no es como antes, quien ocupe un territorio también le impone su propio sistema social." En Asia, el gobierno nacionalista (Kuomintang) corrupto de China pronto se encontró en una fatal guerra civil con el despiadado ejército comunista de Mao Tse-tung. Los soviéticos, luego de "liberar" a Manchuria de los japoneses en los últimos días de la guerra, le dieron un paraíso seguro a las fuerzas de Mao y las proveyeron con armamento militar capturado a los japoneses. Y en los Estados Unidos, un vocal de la comunidad intelectual intentó asegurarle al público estadounidense que Mao y sus seguidores eran simples y honestos reformistas agrarios. Cuando China cayó completamente en manos comunistas hacia fines de 1949, los chinos pronto experimentaron la realidad, cuando el terrorismo marxista y la planificación económica los convirtió en una nación de esclavos. La guerrilla comunista en la Indo-China francesa bajo Ho Chi Minh, la insurgencia comunista en Grecia, el bloqueo de Berlín en 1948, y la invasión norcoreana a Corea del Sur en junio de 1950 sirvieron para convencer a un creciente número de estadounidenses que su país estaba siendo enfrentado por una amenaza internacional y que era necesario una respuesta determinada y única de parte de la nación. Entonces, Estados Unidos asumió el título de policía global y protector del mundo. La amenaza comunista bajo el liderazgo soviético en la era de la post guerra, sin lugar a dudas, era única en la historia moderna. Aquí había una ideología que buscaba trascender todos los límites de las naciones e insistía en que no podría haber una paz perdurable en el mundo hasta que el socialismo fuese victorioso en todos los continentes del globo. Y los impulsores de este mensaje marxista no tenían escrúpulos morales con respecto a los medios y los métodos que utilizaban. La vida humana no tenía ningún valor para ellos, más allá que como herramientas para el logro de su utopía colectivista. Pero al elegir alianzas políticas e intervenciones militares como los métodos para combatir a este mal ideológico, los Estados Unidos se transformaron radicalmente de todo lo que habían sido antes de la Segunda Guerra Mundial. El respetado historiador liberal clásico, Arthur A. Ekirch en su libro The Decline of American Liberalism, explicó la naturaleza de esta transformación: "Como parte de la lucha contra el comunismo, los estadounidenses fueron vencidos por la necesidad de los preparativos militares sobre la base de una guerra virtual. En Estados Unidos tanto como en Europa, el ciudadano individual continuó consiguientemente viviendo una atmósfera cercana a la de la guerra, en la que sus propias aspiraciones estaban subordinadas a las demandas del estado. Gastos tremendos, fundamentalmente para necesidades militares, ampliación de las deudas nacionales, conscripción militar, una amplia burocracia de empleados civiles, y un creciente pensamiento y una creciente cultura oficiales eran algunas de las evidencias del aumento del estatismo y la declinación del individualismo." El resultado entonces fue que en nombre de oponerse a la amenaza del socialismo agresivo, los Estados Unidos adoptó ampliamente para su política doméstica y extranjera un socialismo defensivo. El estado ganó ampliamente el control sobre las vidas del los estadounidenses y su propiedad. ¿Y por qué los Estados Unidos decidieron que éste era el método más apropiado para luchar contra el socialismo extranjero? Porque la mayoría de la gente en los círculos intelectuales y políticos de Estados Unidos creían en el socialismo - más allá de que estuvieran o no dispuestos a ponerle esa etiqueta a sus creencias. La Gran Depresión los había convencido de que el capitalismo no funcionaba y que en mayor o menor grado el gobierno tenía la responsabilidad de supervisar y administrar las cuestiones económicas de la ciudadanía. Su disputa con los marxistas, en última instancia, no era con respecto a la cuestión del "gobierno grande", sino sobre el aborrecimiento hacia los métodos "no democráticos" empleados por los seguidores marxistas. Y en línea con sus premisas socialistas, los líderes políticos de Estados Unidos intentaron utilizar los métodos socialistas para combatir al socialismo en aquellos países que estaban en la "línea de batalla" de la amenaza comunista. A los gobiernos extranjeros se les dijo que la única respuesta para evitar que su propia gente vaya hacia el comunismo, era adoptar políticas socialistas: redistribución de la riqueza, una economía intervenida, obras públicas, y estado benefactor. El estatismo se convirtió en la manera de combatir al estatismo. Por 45 años, las autoridades políticas de Estados Unidos insistieron sobre la implementación de este tipo de políticas por parte de los gobiernos "amistosos" como condición para recibir ayuda económica y militar de Estados Unidos. Apenas si puede ser sospechada la cantidad de países en el mundo que fueron víctimas de gobiernos opresivos y manipuladores durante la pasada década como un resultado directo de la política exterior estadounidense. Como consecuencia, los Estados Unidos ha sido probablemente el exportador más exitoso de ideas socialistas al mundo. Encubierto en la retórica de la "democracia" y la "libre empresa", el efecto acumulativo del ejemplo y el pinchazo estadounidense es que no haya ahora, en realidad, ni un país que realmente practique los principios de gobierno limitado y economía de libre mercado. Y peor aún, los estadounidenses mismos ya no tienen una visión de cómo debería ser un Estados Unidos libre, ni siquiera conciben de lo que significa una política de no intervención en relaciones exteriores. La economía regulada en casa y el estado intervenido afuera se convirtieron en su concepto de la "libertad". Lo trágico es que la política exterior de una sociedad libre es lo más simple de entender y la más fácil de llevar adelante. El gobierno en una sociedad libre tiene dos funciones: la protección de la vida y la propiedad de su ciudadanía de la agresión de otros y la adjudicación de disputas legales que surjan entre ciudadanos de esa sociedad. Más allá de esto, el gobierno no tiene otro rol que le corresponda. En una sociedad libre, todos los "problemas sociales" son cuestiones de resolución voluntaria y consentimiento mutuo entre sí. La única política exterior en una sociedad libre es que el gobierno proteja a sus ciudadanos de la agresión extranjera en formas de amenazas a la integridad territorial de la nación. Todas las demás cuestiones son personales y privadas de la gente. Si alguien en los Estados Unidos cree que la gente de otro país merece ayuda contra la opresión, entonces ellos como ciudadanos privados son libres de ser voluntarios en la lucha por la libertad de esa otra nación. También son libres de contribuir con sus ingresos y riquezas, por sí solos o con otros que piensen de la misma manera, para proveer la asistencia material necesaria para aquellos que en otros países no puedan ganar su libertad por sus propios esfuerzos. Pero lo inconsistente con la creencia en la libertad es una política exterior que imponga y obligue a algunos estadounidenses como para que otros estadounidenses puedan tener su política exterior deseada subsidiada. Sin importar cómo se la etiquete esto continúa siendo una redistribución forzada de la riqueza. Si está mal en una política doméstica que Pedro tenga que pagar impuestos o sea reclutado por Pablo para que Luciano pueda ganar, entonces está igualmente mal que Pedro tenga que pagar impuestos o sea reclutado para que Pablo beneficie a un Luciano que vive en otro país. Pero 45 años de Guerra Fría dejaron a los estadounidenses incapaces de recapturar en sus mentes estos principios más que fundamentales de la libertad. Y a pesar de la aparente victoria de los Estados Unidos sobre el comunismo en la Guerra Fría, si los estadounidenses no recobran este entendimiento, la Guerra Fría habrá resultado victoriosa sobre la derrota de la libertad en Estados Unidos.